15 de octubre de 2009

Historias de residentes: mal de muchos...


Seguro que todos, quien más y quien menos, nos hemos sentido alguna vez así en nuestro primer día como residente:


Fue un día horroroso. Parecía el primer día de cole. Me fui a presentar a mi tutor y me dijo que me tocaba empezar a rotar por X. Así que cuando logré encontrar el servicio, la sesión ya había empezado y me echaron la primera bronca por llegar tarde.


Pues bien. Una periodista especializada en salud, María Valerio (Madrid, 1980) ha entrevistado a decenas de residentes. Y fruto de estas entrevistas sale este libro:


En él, cuenta su travesía en los hospitales antes de convertirse en oncólogos, cirujanos, pediatras, cardiólogos... Historias salpicadas de testimonios de realidades casi míticas que todos, de alguna u otra manera, hemos vivido.

La propia autora nos selecciona algunos pasajes de un libro que hará sonreír a todos aquellos que sean residentes, lo quieran llegar a ser, lo hayan sido o los hayan «sufrido» como pacientes.

Como aluciente adicional, deciros que dos compañeras vuestras, Rocío (que acabó este año) y Manoli fueron entrevistadas por esta chica. Habrá que llamarla e invitarla a que venga a visitarnos y nos cuente anecdotillas e historietas sobre residentes de nuestro amado y al mismo tiempo odiado sistema sanitario...

Saludos,


enrique


Capítulo 9. Más tonto que un R1 con pareja

Algunos residentes de primer año pasan sus primeros meses en el hospital encadenando sin descanso jornadas de trabajo, fiestas, guardias, y más fiestas. La bienvenida al servicio, la cena de Navidad, el cumpleaños de Menganito, la despedida de los erres mayores, la fiesta de los residentes del servicio, la de todo el hospital, carnavales, Halloween, ferias locales...

Cualquier excusa es buena para salir con los compañeros y beberse las penas. Los erres pequeños, y sobre todo los que vienen de fuera, son los que más aprovechan el tiempo para salir con sus nuevos compañeros, como en una Erasmus permanente (o como si tuviesen otra vez 18 años). "O estamos de guardia o estamos de fiesta".

En este ambiente, y teniendo en cuenta que algunos de ellos pasan 32 horas seguidas juntos en el hospital, saliendo con su grupo de guardia (y muchas veces compartiendo cuartos mixtos para dormir), es indudable que el MIR acaba teniendo efecto en las relaciones de pareja de muchos de ellos. "Hay montones de rupturas".

En muchos casos, el efecto MIR acaba por disolver sólidas y estables parejas que empezaron la residencia jurándose amor eterno. Las largas jornadas de trabajo, el roce con otros compañeros, la distancia con la persona amada o la falta de tiempo libre hacen el resto. Tal vez por eso se dice que las tres reglas básicas de un residente de primer año son: "O dejas a tu pareja, o te compras una casa o cambias de coche".

Y de las tres partes del dicho, la que se suele cumplir con más frecuencia es la primera. Bien porque el miembro de la pareja que no es MIR no comprende el ritmo que impone el hospital ("esto es muy difícil de entender"), o porque acaba surgiendo algo con algún compañero del hospital. Sin embargo, voces autorizadas consultadas para la redacción de este capítulo aseguran también que la fama televisiva de los líos hospitalarios supera a la realidad. Suelen existir eso sí, personas con cierta fama en cada hospital, a las que todo el mundo conoce y cuyos méritos se han forjado a base de comentarios de pasillo y cotilleos de cafetería. Sobre todo en los hospitales más pequeños, donde, como pasa en los pueblos, todo se sabe...

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