Si recordáis la sesión del otro día de Manoli, se trataba de un incidente crítico de un paciente que pide insistentemente una receta que cree en su derecho obtener. Ante situaciones de este tipo no es fácil reaccionar. Una forma muy habitual es someterse al paciente, dándole lo que pide. Otra lo contrario, negarse firmemente desde el principio y ponerse a la ofensiva (como en la foto). Otra, negociar con él. Otra condicionar la receta a algo ("que sea la última vez", "que la próxima vez venga con la bolsa de medicinas para ver cuáles toma y cuáles no", etc.). Y cientos de variantes. Ninguna, probablemente, 100% válida...
Una forma de afrontar estas situaciones, tan frecuentes por otro lado, es mantener una actitud en la que, respetando la visión y los derechos del paciente, sepamos comunicar de forma adecuada nuestra postura y nuestros derechos como profesionales. Es lo que se conoce como asertividad, concepto que fue trabajado en los talleres de comunicación clínica que habéis recibido.
Según Wikipedia, asertividad sería una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia.
Aplicado a nuestro caso, sería comunicar asertivamente al paciente que entiendes su postura y comprendes las consecuencias que puede tener no darle la receta, al mismo tiempo que saber decirle con claridad y con respeto al paciente que él debe entender también porqué no puedes hacérsela. Tan fácil (y tan complicado) como esto...
Algunos autores propugnan incluso que practicar una medicina asertiva es una buena manera de evitar la medicina defensiva. Interesante este artículo. Básicamente, propone cuatro pasos para poner en práctica una forma asertiva de trabajar:
1) mantener una comunicación verbal y no verbal adecuada con cada paciente,
2) permanecer en continua actualización de conocimientos, habilidades y destrezas,
3) respetar los derechos de sus pacientes y
4) defender sus derechos como médico.
Nada fácil, como veis... Sin embargo, los beneficios que se obtienen a medio y largo plazo son altos. No sólo está comprobado que previene en cierta manera del burnout, sino que mejora resultados como la satisfacción y contribuye a mejorar la confianza del paciente.
Lo dejamos aquí, por hoy. Saludos,
vuestro técnico
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