¿Cuántas veces habéis dudado entre un tratamiento y otro? ¿O entre un diagnóstico y otro (u otras decenas de posibilidades!)? ¿O cuántas veces habéis dudado si lo que informáis al paciente es cierto o no?
Dudar en sí no es malo, porque siempre supone una oportunidad para mejorar. Sin embargo, nos agobia dudar. Y, sobre todo, nos agobia que el paciente perciba que dudamos. O nuestros compañeros. O nuestra pareja. A veces no nos damos cuenta de que la duda lo inunda todo...
Os extraigo un extracto de un texto que nos recomienda el amigo Julio Bonis, médico de familia que acabó este mismo año la especialidad y que es autor de un blog muy recomendable ("Pella de gofio del Dr. Bonis".
Ahí va:
"La incertidumbre inunda la práctica de la medicina por todos susporos. No importa si un médico está definiendo una enfermedad, diagnosticando, eligiendo un procedimiento, observando resultados, valorando probabilidades, seleccionando preferencias o todo esto a lavez, camina siempre sobre un terreno muy resbaladizo. Es difícil para los no-médicos, y para muchos médicos, apreciar cuán complejas son estas tareas, lo poco que sabemos sobre ellas y qué fácil es que dos médicos honestos tomen sin embargo distintas decisiones."
Texto incluido en el texto "VARIATIONS IN PHYSICIAN PRACTICE: THE ROLE OF UNCERTAINTY".
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