(Muy interesante la reflexión que hace Antonio con el apoyo de su magnífica presentación sobre ICP)
Los indicadores de calidad que construimos en el 2003 se basaban en las evidencias que circulaban en aquellos entonces. Trataban de dar respuestas a las preguntas del 2003, y en gran parte de España eran similares, porque se basaban en las preguntas y las evidencias de ese/os año/s.
Pero la evidencia es mucho mejor y mayor hoy, y las respuestas al 2011 no pueden contestarse con las preguntas del 2003. Sencillamente, con mucha benevolencia, no sólo los indicadores, sino la cartera de servicio de atención primaria y las que se han dado en llamar de salud pública, están basadas en el consenso y no en la evidencia.
Cuando la calidad se pretende captar por consenso (un consenso que refuerza la conformidad con el grupo), entonces es inmune a la realidad. Y digo que es inmune a la realidad porque se confunde la realidad con registrar la actividad. A esto se le llama hacer como que se hace (o pasar la pelota). Sin advertir la anomalía, el programa se considera más exitoso si se el profesional ha hecho más registros que antes. Pero la realidad está en otro sitio, porque una actividad en la que no se conoce el riesgo basal, y/o no se tiene y/o no se ha probado la hipótesis de reducción del riesgo grave o moderado con la mínima muestra ética, y/o no se ha comenzado con una recomendación fuerte a favor (en términos de beneficios, riesgos, inconvenientes y costes), y/o no se ha hecho un pilotaje para ver cómo funciona en la comunidad; y/o no se ha implementado de menos a más, repito, de una actividad que no reúne estos presupuestos es in-evaluable, de modo que, a pesar del deseo de beneficiar, no sabremos si hemos conseguido que sea mejor, igual o mejor que no hacer nada.
Por favor, cada año haced uno, sólo un epígrafe de calidad en la prescripción, en las comisiones de farmacia y terapéutica, en la cartera de servicios de atención primaria y en salud pública que estén basados en sus respectivas RECOMENDACIONES FUERTES A FAVOR.
Si no pasáis a la acción, esto es sólo una autocomplaciente DISENSIÓN ESPECULATIVA. Ahora bien, para pasar de la disensión especulativa a la acción hace falta poner en funcionamiento recursos mentales que van más allá de un deseo benevolente, que un propósito como el de “el año que viene dejo de fumar”, o “desde el 15 de enero voy a hacer una hora de gimnasia para perder peso”, o “me matricularé de inglés cuando termine de evaluar la cartera”
Antes utilizábamos la evaluación tradicional para evaluar la gestión sanitaria, la clínica, la política sanitaria, la formación médica continuada, la salud pública, la prescripción, y con tal herramienta era casi imposible pasar de conocimiento descriptivo a la acción. Pero desde el 2009, después de un enorme esfuerzo, sabemos evaluar todo tipo de tecnologías sanitarias con la mejor herramienta biomédica: la del grupo internacional GRADE.
Nosotros seguimos compartiendo gratuitamente la formación continuada sobre esta potente herramienta, que es ética, y por ética duele al principio. Pero hacen falta muchos más profesionales, comenzando por los gestores y continuando con médicos, farmacéuticos, enfermeros, psicólogos y economistas. Porque si queremos que algo cambie, no podemos pedírselo a los demás. La sanidad pública de calidad sólo podrá salvarse si cambio yo, sin condicionar mi cambio a que cambien los demás, porque entonces el razonamiento es estérilmente circular, y de nuevo es una DISENSIÓN ESPECULATIVA AUTOCOMPLACIENTE, pero tan ineficaz como un huevo huero.
Galo Sánchez (Oficina de Evaluación de Medicamentos SES)
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